Pachuca, Hidalgo – 29 de octubre del 2024 – 14:48
El Día de Muertos es una de las festividades más emblemáticas de México, con raíces en antiguas culturas indígenas y un toque de simbolismo católico.
Cada 2 de noviembre, las familias mexicanas colocan ofrendas en sus hogares y visitan los cementerios para recordar y honrar a sus seres queridos fallecidos.
La celebración, que ahora atrae a turistas de todo el mundo, es una mezcla única de respeto, color y alegría en torno a la muerte, un concepto profundamente integrado en la cultura mexicana.
La preparación del Día de Muertos suele comenzar el 28 de octubre y cada día está dedicado a diferentes tipos de fallecimientos, incluyendo aquellos ocurridos por accidente y la muerte de niños no bautizados. Las casas y lugares públicos se adornan con ofrendas que incluyen fotografías de los difuntos, velas, cempasúchiles, papel picado y el tradicional pan de muerto. Cada elemento tiene un significado: el cempasúchil guía a los espíritus, las velas iluminan su camino y el copal purifica el espacio.

A lo largo de los años, esta festividad ha ganado popularidad internacional, influenciada por películas como Coco y Spectre de James Bond, que han ayudado a dar a conocer el colorido desfile en Ciudad de México, ahora un evento turístico con miles de asistentes.
Sin embargo, para muchos mexicanos, el Día de Muertos sigue siendo una tradición íntima y familiar, un momento para reconectar con los ancestros y darles la bienvenida, aunque solo sea por una noche.
Las festividades no se limitan a México; en otros países de tradición católica, como Brasil y Filipinas, también se celebran rituales para recordar a los difuntos, aunque con sus propias costumbres y adaptaciones.


El altar de muertos: un elemento central.
Los altares de muertos varían de región en región, pero suelen incluir elementos representativos de los cuatro elementos: tierra (cenizas o semillas), agua (para calmar la sed de los espíritus), aire (papel picado) y fuego (velas). Las ofrendas también se complementan con objetos personales y alimentos favoritos de los difuntos, así como figuras de calaveras y, en algunos casos, figurillas de perros, que en la cosmovisión mexica ayudaban a guiar a las almas en su viaje.


Orígenes prehispánicos
La celebración del Día de Muertos tiene raíces en la época prehispánica, especialmente entre los mexicas, quienes creían que las almas de los muertos podían regresar temporalmente al mundo de los vivos. Con la llegada de los españoles en el siglo XVI, las tradiciones indígenas se mezclaron con la religión católica, resultando en la festividad que se conoce actualmente.
Con el aumento de su popularidad, el Día de Muertos se ha vuelto un espectáculo turístico en varias ciudades mexicanas.
En Ciudad de México, el desfile de calaveras gigantes y bailarines con trajes coloridos se ha convertido en un evento masivo que atrae a millones de personas. En estados como Michoacán y Oaxaca, las festividades aún conservan un carácter más íntimo, con celebraciones en panteones donde las familias se reúnen a orar y compartir comida junto a las tumbas de sus difuntos.
El Día de Muertos es una muestra de la capacidad de México para honrar a sus muertos con respeto y alegría, un recordatorio de que, incluso ante la tragedia y la violencia, el país encuentra una forma de celebrar la vida.
